viernes, 30 de abril de 2010

Circular.

El otro día, una profesora de mi universidad vino a darnos una charla sobre la nueva redacción del diario ABC, en el que ella trabaja. Resulta que ahora, los periodistas "normales", los que escriben para la edición impresa, los de toda la vida, están en la misma sala que los que escriben para la web. Antes, estaban en plantas diferentes.

Han colocado, en el centro de una gran sala que ocupa una planta, una mesa circular, donde van a trabajar los jefes. Y de ese círculo dentral salen varios radios de mesas, donde se sientan el resto de periodistas, ordenados por secciones. Se supone que así van a estar en contacto todos para unificar las ediciones impresa y online, y así compenetrarse mejor.

Tras esa charla, el profesor nos pidió que escribamos un artículo sobre este tema: qué nos parece, críticas, opiniones... Lo de siempre. Y oye, yo no sé qué poner. ¿Me parece bien o mal? Bueno, está bien, es una buena idea, aunque no sé si es tan bueno que los jefes estén todo el día en el punto de mira del resto de mortales, y de espaldas a ellos. Bueno, por supuesto, los jefazos jefazos siguen manteniendo sus despachos acristalados, apartados de este sistema solar.

Por un lado, a parte de la organización para la producción de noticias, la simbiosis entre redactores de papel y digitales, podríamos meternos de lleno en el tema de carga de trabajo. Con este sistema se supone que, poco a poco, los periodistas tradicionales adeberán prender y comprender la escritura online para que puedan abarcar los dos campos. Es decir, más trabajo para ellos.

-Y los periodistas que se dedican únicamente a la web, ¿no se van a quedar sin trabajo?

La ponente no contesta. Repite la modernización, el cambio de sistema, lo avanzado que está el ABC. Estará avanzado, pero aunque los hayan cambiado de sala, han cogido los mismos muebles y ordenadores y los han colocado en círculo, como cuando hacíamos trabajos en grupo en primaria.

Por otro, está claro, está el tema económico. Gastan millones adaptando una planta para esta nueva disposición (sólo en la sala, ni se molestan en ir a Ikea a por muebles nuevos) cuyo objetivo es que los periodistas que llevan 20 años ahí escribiendo de boli a Word y de Word a planillo aprendan también sobre enlaces, hipertexto y demás familia; a costa de los "nuevos", a los que ahora nos bombardean con que Twitter es el mejor invento después de la rueda.

En fin, lo de siempre. Muchas modernidades pero siguen empeñándose en gastar dinero dando cursos a veteranos en vez de dejar que compartan redacción con nuevos periodistas digitales.







sábado, 24 de abril de 2010

Reclusión.




Fotos: Murder on the boat (arriba) y Clandestine Kings en la fiesta de medicina de la UAM.

Llega la primavera, las fiestas universitarias, el buen tiempo, calorcito... ¡y los exámenes!
Preparándome para la reclusión aprovecho al máximo estos últimos días libres.
3 semanas para los exámenes
2 semanas de universidad
1 semana de clase
0 tiempo
GO!

Imágenes y texto (C) MRF 2010

miércoles, 14 de abril de 2010

La desinformación.

"Últimamente ha circulado por la prensa inglesa una interesante historia que tiene que ver con la manipulación mediática de la realidad; se trata de un apunte periférico que puede servir para ir calibrando la desinformación que nuestros políticos, a fuerza de declaraciones estentóreas, llevan meses implementando. Voy a la historia, que completaré después con una desasosegante noticia. Christian Bailey es un hombre misterioso de treinta años, graduado en Oxford, que dirige una oficina donde se proyectan "operaciones psicológicas" (psy-ops, de acuerdo con su juguetona abreviatura en inglés) situada a dos calles de la Casa Blanca, en Washington. La oficina de Bailey está en un edificio gris flanqueado por una tienda de licores y una agencia de viajes; se trata de un edificio normal donde se desarrollan proyectos no tan normales. Uno de ellos, por ejemplo, consiste en recopilar información y establecer los contactos necesarios para echar a andar negocios en Irak durante la era post-Sadam. Junto a este proyecto, que parece más bien una misión de relaciones públicas, se ha puesto en marcha de manera paralela una psy-op que consiste en lo siguiente: un equipo de gente enviado por el Lincoln Group -así se llama la oficina de Bailey- ha organizado un grupo de periodistas iraquíes, conocido como El club de prensa de Bagdad, que está dedicado a escribir artículos, reportajes y noticias que favorezcan la "labor" que los Estados Unidos, por medio de su ejército, hace en Irak. Una vez escritas estas "historias positivas" (positive stories, literalmente en inglés), se les va colocando en los doscientos periódicos que circulan en aquel país, a veces pagando cuarenta dólares por el espacio o, según la importancia del periódico, hasta dos mil.
Por hacer esto y algunas otras cosas, todas ellas referentes a eso que el ejército estadounidense denomina "superioridad informativa" o "dominación de amplio espectro", el Pentágono ha firmado un contrato con la oficina de Bailey de entre cien y trescientos millones de dólares, según información que publicó el diario The Independent."

Jordi Soler, La desinformación.



Desinformación, curioso palabro. Internet, alta velocidad, actualizaciones extremas, conexiones mundiales, teléfonos móviles, wifi... ¿No se supone que deberíamos estar más informados que nunca? Parece que no. Los de arriba "velan" por nuestra seguridad masticándonos la realidad de tal manera que no nos afecte, que no nos dañe, que no nos haga revolvernos. Se supone que no tenemos que saber sobre ello, que somos mansos corderitos asintiendo con la cabeza a todo lo que se nos dice. Pero realmente sabemos lo que pasa. Todo este asunto de la desinformación está tan dentro de nuestras vidas, y tan en boca de todos, que en lugar de tratar de concienciarnos y tenerlo siempre presente al leer, ver o escuchar una noticia, nuestra mente lo ha absorbido de manera que pasa a un segundo plano.
Cuando cogemos un periódico, por ejemplo, no desmenuzamos las noticias para discernir qué es real y qué es “maquillaje”, sino que aceptamos todo como verdades absolutas. Suponemos que esa separación ya la hemos hecho al escoger uno u otro periódico, y que las positive stories se encuentran en la cabecera rival. Lo mismo pasa con una página de Internet e incluso con la televisión. De todas formas, en el caso de la televisión estamos tan alienados con la imagen que con tal de tener unos pocos segundos audiovisuales ante nosotros, el presentador se convierte en un mesías y no dudamos de nada. Así, cuanta más información recibamos, nuestra mente la adaptará a las preferencias o ideologías previas de cada uno, infundidas principalmente por los propios medios. En último término, se hace costoso y cansado pensar qué es real y qué no, aunque demos al final todo por manipulado; aceptándolo simplemente.
Soler recalca la diferencia entre Estados Unidos y España. Entre la extrema organización y la verborrea o improvisación. Lo que en ese país se encarga de hacer el club de prensa de Bagdag aquí se hace in situ ante las cámaras, ya sea en un mitin político o a la salida del dentista ante un micrófono del corazón.
Ya no existe el poder de los medios. Existe el poder de la política y, sobre todo, del dinero. “Estados Unidos tiene un periodismo de mayor calidad que el nuestro, porque tienen más recursos económicos”; cuántas veces habremos pensado esto. Sin embargo, considero que de ese poder no se benefician los receptores de los mensajes, sino que sirve para que estas historias tengan una base más sólida, estén mejor elaboradas y sean, cuanto más increíbles, más reales. Así, el beneficio se reporta, una vez más, en el poder político: es dueño y señor de la preagenda. Y en España ocurre lo mismo, a pesar de que tengamos menos recursos económicos. El poder de un personaje ante las cámaras, con un discurso medianamente preparado, es más grande que el de un periodista prácticamente anónimo a través de unas cuantas líneas que presuponemos investigadas y contrastadas. No hay más que prestar un poco de atención al gran imperio mediático de Berlusconi.


jueves, 8 de abril de 2010

Money, is a crime.




El dinero no da la felicidad. Puedes comprar una vida con él, pero tienes que ser tú el que aprenda a vivirla.